Cómo trabajar el conflicto en la literatura


Uno de los temas que más problemas suele dar a la hora de escribir una novela son LOS CONFLICTOS. Cada autor tiene su propio método para presentarlo, dependiendo de las exigencias de la trama.

En la mayoría de los casos, el conflicto resulta ser la columna vertebral de la historia —sea del género que sea—. Es lo que engancha al lector y le aporta ritmo a la trama.

Se pueden hallar conflictos sencillos que involucran una sola situación (Ej. El reclamo de una herencia), conflictos complejos que envuelven variados sucesos (Ej. El asesinato de un sujeto producto de una guerra entre pandillas, provocada por policías con intención de desarmar a una organización), también podemos encontrar conflictos interminables, conformados por decenas de conflictos complejos (Ej. Historia novelada de una raza, familia o país. Como el caso de “Cien años de soledad”, que narra las idas y venidas, dramas y alegrías, errores y virtudes de la familia Buendía, durante cien años de convivencia en un lugar remoto fundado por ellos y algunos amigos, llamado Macondo).

En resumidas, el conflicto es vital para la historia, ya que es lo que marca la pauta de las acciones.

Existen muchas maneras de presentarlo, las dos más comunes son:

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He leído a autores que nos obligan a comernos hasta doscientas páginas de situaciones variadas mientras descubrimos qué pasó, por qué, cómo, cuándo, y lo más importante “quién fue”. Al final, reservan solo diez páginas (en muchas ocasiones hasta menos) para explicarnos TODO. Esta técnica es muy común, pero hay que saber trabajarla, distribuyendo información a cuenta gotas durante el texto, controlando qué se dice y qué no, para no pecar de repetitivos o peor aún, dejar en el aire algún detalle importante.

La idea es entretener al lector dejando pistas en cada capítulo, como piezas de puzzler, con la intención de que él mismo vaya descubriendo los hechos, pero dejando un par de sorpresas en el camino, antes de llegar a la sorpresa final. Se debe jugar con el lector, despertar su interés, impresionarlo y hasta emocionarlo.

A la hora de presentar las soluciones del conflicto, hay que ser creativos. Odio a esos autores que utilizan diálogos largos al final, donde el malo justifica todas sus acciones antes de cometer su último y más atróz crimen. O quienes se valen de extensos bloques de narración (en ocasiones de capítulos enteros) para dar cierre a los hechos.
Otra escena típica es cuando uno de los protagonistas está en la cama herido por el combate final, o sentado en un sillón satisfecho porque todo terminó y entonces, comienza a hablar con otro personaje para pedir o dar explicaciones. Así se pasan páginas y páginas, dando respuesta a cada situación que se produjo en las doscientas páginas anteriores. La novela puede ser todo un éxito, pero si el final es un fiasco, siempre quedará una mala impresión por culpa de la poca creatividad.

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Uno de los métodos que también puede utilizarse para presentar los conflictos es hacer al lector partícipe del problema desde las primeras páginas, para que sea cómplice del actuar de los personajes.
 
Uno de los ejemplos más palpables de esta técnica es Crónicas de una muerte anunciada, de Gabriel García Márquez, que comienza así:

"El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana..."

En esa simple frase parece estar todo el argumento. El libro trata de una muerte, ¿de quién? Pues de Santiago Nasar, así de simple. El final ya está anunciado en la primera línea de la novela, o peor aún, con solo leer el título, el lector sabe que al protagonista al final lo van a asesinar. Es un gran spoiler que podría desanimar a cualquiera. Pero en este caso hace todo lo contrario.
 
¿Quién es Santiago Nasar? ¿Por qué lo mataron? ¿Qué hizo? ¿Cómo lo hicieron? Y más importante aún: ¿Quién fue?

El autor, aunque revela desde el inicio la base argumental de su novela, presenta los hechos de forma tan sofisticada durante cada capítulo que resulta adictiva. Es difícil despegarse de la lectura hasta no llegar al final.

Sí, Santiago Nasar muere. Nadie lo salva. No ocurre un milagro. Pero nunca imaginarás cómo sucedió, por qué lo hicieron, y peor aún, quién lo hizo.



Este método resulta efectivo de la misma manera que el anterior: si el autor sabe distribuir la información en la obra y presentarla de forma creativa.

Para eso es imprescindible contar con un pequeño esquema de trabajo, aunque muchos se nieguen a usarlo y repitan millones de veces que dejarse llevar por la historia es más creativo, un esquema ayuda a no dejar nada en el camino, y mejor aún, permite visionar dónde es más efectivo ubicar giros dramáticos o sorprendentes, que aviven la intensidad de la trama.

Contar con una pequeña visión del camino ayudará a no perdernos ni a tropezarnos con piedras o baches profundos. Considera que, si el conflicto es la columna vertebral de la historia, una falla de este impedirá que la obra camine de manera correcta.

No dejemos de prestarle atención a los conflictos.

Aquí les dejo un ebook que me ayudó mucho a trabajar los conflictos en mis novelas, sobre todo, porque se centra en el género romántico:





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3 comentarios:

  1. Me parece muy acertada tu reflexión, me he topado con muchos de esos ejemplos y, de forzados, han hecho que una buena historia se convierta en un asco...

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  2. Una reflexión muy buen. Estoy de acuerdo en algunos puntos que has dicho y he leído algunos finales muy precipitados y rápidos.
    Un saludo!!

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  3. Excelente articulo. Jonaa! deberías de poner los botones sociales en las entradas para que todos puedan compartirlo sin tener muchos problemas. Nos Leemos ♥

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