Aquí les dejo otra entrada que compartí en STEEMIT.
Muchos autores aseguran que se sientan a
escribir lo que las musas le inspiran en el momento, sin saber qué podrá
depararles la historia o los personajes.
No critico ese método, en cierto modo es
factible. Sin embargo, saber a dónde se dirigirá la historia sirve para evitar
los bloqueos de autor y acelera el proceso de escritura. Pero, por sobre todas
las cosas, le dará al escritor la oportunidad de aplicar a su obra los
elementos básicos que la harán atractiva y exitosa.
Si el autor no conoce el camino a seguir, el próximo en perderse será el lector.
He conocido a escritores que dicen “iba
por la mitad de la novela y tuve nuevas ideas que me obligaron a cambiarlo
todo”, e incluso, “comencé a trabajar con un personaje y de pronto, la historia
cambió y el protagonista fue otro”. Como les dije, este método también puede
ser factible, más aún, cuando no tienes apuro en escribir; pero si estás
dispuesto a consentir a lectores que aspiran leer al menos, una novela por año,
debes ser un poco más disciplinado y evitar “perder tiempo de escritura”.
Hace varios años leí una entrevista que
le hicieron a Stephenie Meyer donde hablaba del proceso de creación del primer
libro de la saga de vampiros Crepúsculo. En la entrevista la autora confesó que
cierto día, mientras hacía los quehaceres del hogar, le vino a la mente la
imagen de una pareja de jóvenes acostados en un prado mirándose con devoción. Estaban
un poco separados, pero tenían sus manos entrelazadas. A ella le pareció que
esa era la única manera en que podían darse amor.
Ese “chispazo” lo escribió en un
documento de Word, cuidando de anotar todas las características del ambiente
(el prado solitario y lleno de flores, la vestimenta de los jóvenes, las
emociones de amor y pena que reflejaban sus rostros, la manera en que se
acariciaban utilizando solo los dedos, etc.) y continuó con sus quehaceres sin
sacar la imagen de su cabeza.
Pasaron semanas antes de que pudiera
sentarse a escribir las primeras líneas de la novela. ¿Por qué razón? Porque ni
ella misma sabía qué le sucedía a los chicos. Esa espera le permitió que la
historia trazara su propio camino. Por la vestimenta comprendió que debía ser
una novela contemporánea y por su actitud entendió que existía “algo” poderoso
que les impedía amarse.
¿Por qué razón dos jóvenes pueden tener
miedo a amarse? Si estuvieran en público, eso representaría el sacrificio que
debían realizar para esconder su amor, pero, ¡estaban en un prado! ¡Solos! ¡Sin
nadie a su alrededor!
Eso la ayudó a entender que el problema
no era un asunto externo, sino algo que estaba dentro de ellos, quizás una
enfermedad, un impedimento, o un juramento mágico que le causaría la muerte al
otro si lo rompían… de esa forma llegó a la idea de que uno de ellos debía ser
de una especie diferente que pusiera al otro en peligro: un vampiro. No pueden
amarse porque él se alimenta de sangre humana. Su instinto animal lo empuja a
hacerle daño a ella, pero su corazón lo induce a protegerla, ¿de quién? De él
mismo.
Como ves, el hecho de macerar una idea en
tu mente permite que la historia pueda convertirse de un argumento vano a una
idea super atractiva. Al menos, para los lectores de un género determinado.
Cada vez que tengas un “chispazo” anótalo
en una hoja de papel o en un archivo de Word, con todos los detalles que
puedas. Piensa mucho en él, busca sus causas y consecuencias, intenta
identificar el conflicto del personaje (o de los personajes) y qué es lo que
quiere alcanzar. No te apures durante ese proceso, hay quienes tardan hasta
meses para lograr un conflicto creíble y bien enlazado, así que no te
desesperes.
¿Has tenido alguna dificultad comprendiendo
esta estrategia?
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