Sigo hablándoles de las mujeres de la
literatura a las que considero más fuertes. Les he presentado a Sherezada, de
Las mil y una noches, y a Scarlett O’Hara, de Lo que el viento se llevó. Hoy
voy a hablarles de Anna Karenina, la protagonista de la novela Anna Karenina de
Leon Tolstoi.
Leí Anna Karenina por curiosidad. Sentía
interés por conocer la literatura rusa, así que me decidí por ese gran clásico.
Debo confesar que me aburrí durante la
lectura. Tolstoi era un genio, capaz de tocar cualquier tema con precisión,
pero eran tantos que abrumaban. Su novela hablaba de política, de economía, de
medicina, de agricultura, de arte y de música, y no solo rusa, sino de toda
Europa y parte de Asia y América. Tocaba con seriedad temas militares y de
estrategia de guerra, como si lo hiciera con expertos, de la misma manera en
que escarbaba asuntos sociales, tanto de la clase baja como de la alta. Todo
esto en el marco del desarrollo de las vidas y dramas de dos parejas de
personajes protagonistas y varios secundarios.
Mostraba con facilidad los conflictos
morales y personales de sus personajes, pasando con gran destreza de la mente
de un hombre de campo preocupado por su familia, por sus tierras y sus
trabajadores, a la de una mujer agobiada por la sociedad de la época. Bien
podía describirte las técnicas de cosecha según la estación, así como el tipo
de ropa interior femenina de moda según la temporada. Era un conocedor de cada
tema que tocaba, pero para mi gusto, resultaba demasiado abrumador.
Sin embargo, no puedo negar que al
finalizar la lectura me quedó fija en la cabeza la historia de Anna Karenina,
una de sus protagonistas. Fue una historia tan impactante y dura que terminó
acaparando la atención de toda la obra, robándose incluso, el honor de ocupar
el título. Es una de esas historias que sabes desde el principio que irá mal,
que los pasos que va tomando la chica la terminará llevando a la deriva. No
obstante, resulto imperioso seguir leyendo para conocer su dramático final,
esperando que por alguna suerte del destino fuera diferente.
Pero no, Tolstoi no tuvo compasión de
ella, terminó dejándola que se arrastrara en sus derrotas. Aunque, le concedió
durante la obra muchas batallas ganadas, que complacían la lectura. Anna era el
cambio de timón que la sociedad de la época necesitaba. Ya las guerras habían
pasado por esa sociedad, queriendo transformarla, pero no, era necesario el paso
de una guerrera con espuelas de acero para darse por vencida.
Anna Karenina nunca se doblegó ante sus
detractores. Siempre miró al frente, con una amplia sonrisa. Lloraba en
soledad, en la privacidad de sus enormes mansiones, mostrándose siempre
soberbia y altiva ante sus difamadores. Obtuvo lo que quiso, disfrutó a
plenitud del placer de las metas alcanzadas, aunque aquello fuera una afrenta
para una ciudad tradicionalista que nunca se detuvo hasta ver caída a la
atrevida.
A pesar de la crueldad, la derrota de
Anna Karenina no fue un triunfo para esa sociedad hipócrita, sino el golpe de
gracia que terminó de doblegarla. Ella no se rindió a su destino, sino que se
entregó a esa libertad que ardía en su corazón y que solo podía hallar fuera de
este mundo.
Anna Karenina no fue una novela sobre una
chica incomprendida, sino sobre una sociedad que no sabía comprender. La lección
fue para ella, por eso debía abarcar cada aspecto de su desarrollo, paseándose
por infinidad de personajes que mostraban cada pequeño resquicio de sí misma.
Anna Karenina fue esa transición que debía darse en un país abrasado por los
conflictos, que necesitaba llegar a los suyos.
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